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“Hay que respetar la autonomía de la persona con diabetes”, por Sarai Rodríguez

“Hay que respetar la autonomía de la persona con diabetes”, por Sarai Rodríguez

“Hay que respetar la autonomía de la persona con diabetes”, por Sarai Rodríguez

Sarai Rodríguez Lecuna es docente en mindfulness y gestión del estrés, que se ha lanzado al mundo literario con Vivir sin miedo, el diagnóstico.
Hablamos con esta autora, a la que algunos quizá conozcáis por su faceta divulgadora en su cuenta @diabetesconsarai.

En tu libro Vivir sin miedo hablas sobre cómo afrontar el diagnóstico. ¿Qué encontrarán aquellos que se acerquen a sus páginas?

Van a encontrar el sostén que a mí me hubiera gustado tener hace diez años, cuando debuté con diabetes. Un refugio emocional. Porque una cosa es que te expliquen qué es la insulina, los hidratos o el control… y otra muy distinta es poner nombre a ese torbellino de miedo, incertidumbre y soledad que se siente en los primeros días.

Este libro nace de la necesidad de poner palabras a emociones que muchas veces no sabemos expresar, pero que todos, en algún momento, hemos sentido. Quien lo lea descubrirá que no está solo: que lo que siente tiene sentido, que se puede transitar, y que incluso en medio del caos hay espacio para la esperanza… y para alguna que otra risa.

¿Cómo influye el estrés en los niveles de glucosa y qué papel juega el mindfulness en su regulación?

El estrés no es solo “estar nervioso”: es pura bioquímica. Cuando percibimos una amenaza, real o imaginaria, el cuerpo libera dos hormonas principales: cortisol y adrenalina.

La adrenalina prepara al organismo para “luchar o huir”: acelera el corazón, sube la tensión y moviliza la glucosa almacenada en el hígado para que haya energía inmediata.

El cortisol, que es la hormona del estrés sostenido, mantiene esos niveles de glucosa altos durante más tiempo, porque el cuerpo cree que seguimos en peligro.

El problema es que esa respuesta, que antes servía para escapar de un león, hoy se activa por una reunión, un examen o incluso por el miedo a una hipoglucemia. Resultado: la glucosa se dispara aunque hayas hecho todo “bien”, las llamadas hiperglucemias emocionales también.

Ahí es donde entra el mindfulness o la atención plena, pero no desde un enfoque místico, sino desde la ciencia: el cerebro se acostumbra a reaccionar siempre igual ante ciertos estímulos. Si entrenamos la atención plena, le enseñamos a responder de otra manera. Con práctica, esa nueva respuesta se vuelve casi automática, como un reflejo aprendido.

Al practicar técnicas de respiración, escaneo corporal o simplemente detenernos a observar sin juicio, el sistema nervioso activa la rama parasimpática: bajan las pulsaciones, disminuye la liberación de cortisol y adrenalina… y, en consecuencia, la glucosa encuentra un poco de equilibrio. No es magia, es neuroplasticidad: el cerebro aprende a gestionar de otra forma las emociones, y con ello cuidamos también nuestro cuerpo.

¿Qué prácticas de atención plena recomiendas para personas con diabetes que viven con miedo a las hipoglucemias?

Lo primero es algo que casi nunca nos enseñan: aprender a reconocer la emoción y permitirnos sentirla sin culpa. El miedo no es un fallo, es una respuesta humana. Las emociones no son buenas ni malas en sí mismas; lo que cambia es cómo las vivimos y cómo las gestionamos. Si negamos lo que sentimos, la emoción se hace más grande. En cambio, si la aceptamos, ya tenemos la mitad del camino recorrido.

En cuanto a las prácticas, creo que en diabetes necesitamos herramientas simples y transportables, porque el miedo o la ansiedad pueden aparecer en cualquier momento, en un supermercado, en el trabajo o en la cama a las tres de la mañana. Algunas de las más útiles son:

- Respiración diafragmática: es la respiración natural de los bebés, esa en la que se infla el abdomen al inspirar. Colocando una mano en el pecho y otra en el vientre. Al inhalar por la nariz,se  lleva el aire al abdomen y se siente cómo se eleva la mano inferior; al exhalar por la boca, dejar que baje suavemente. La clave está en poner tu atención ahí. Si notas que la mente se distrae con pensamientos de miedo hay que intentar volver  a reconducirla a la respiración, una y otra vez, sin castigarte, se que parece difícil pero con practica y Guia acabas haciéndolo casi de manera automática

- Escaneo corporal exprés: consiste en recorrer mentalmente el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, dedicando unos segundos a cada parte. Incluso puedes acompañarlo con pequeñas contracciones: aprietas una mano, luego la otra, después los hombros… y los vas soltando poco a poco. En apenas 30 segundos se rompe la espiral de pensamientos, porque la mente se centra en el cuerpo en lugar de en el miedo.

- Pequeños anclajes de humor: aquí no se trata de reírse del miedo, sino de darle un pellizco de ironía. Yo suelo decir que “el miedo a la hipo a veces es más intenso que la hipo misma”. Ponerle humor reduce su poder, lo desinfla. Por ejemplo, imaginar que tu mente es como un director de cine montando una película dramática… y tú decides cambiar el género a comedia. La hipo sigue ahí y hay que tratarla, claro, pero al quitarle la banda sonora de tragedia, gestionarla se vuelve más llevadero.

Al final, la atención plena no elimina las hipoglucemias, pero sí nos ayuda a dejar de pelearnos con lo que sentimos, a soltar el extra de sufrimiento que añade la cabeza. Y ese es un alivio enorme en el día a día.

No toda la ansiedad de la diabetes viene desde dentro... ¿cómo enseñamos a familiares o cuidadores a acompañar desde la calma y no desde la presión?

Con mucha paciencia y con educación emocional, porque no olvidemos algo importante: quienes nos acompañan también cargan con sus propios miedos y sombras. Ven la diabetes desde fuera, sin sentirla en su piel, y eso muchas veces les genera más ansiedad que a la persona que la vive. Y claro, esa ansiedad se traduce en un exceso de control: qué comes, qué dejas de comer, si te pusiste bien las unidades de insulina, o el típico comentario en mitad de una hipoglucemia: “¿Ves? Es porque comiste poco”. Como si fuera tan simple… cuando en realidad hay mil factores detrás (hormonas, estrés, ejercicio, el propio azar de la diabetes).

El problema es que ese control, aunque venga del amor, se siente como un interrogatorio constante. Y nadie quiere vivir vigilado. Por eso la clave no está en repetir “¿ya te mediste?” cinco veces al día, sino en cambiar la pregunta por algo que invite al diálogo: “¿cómo estás?, ¿qué necesitas de mí?”. Parece pequeño, pero abre un espacio de confianza enorme.

Acompañar desde la calma significa estar presentes, ofrecer apoyo sin invadir, y sobre todo respetar la autonomía de la persona con diabetes. Porque sí, convivir con diabetes ya es bastante trabajo… como para que encima te hagan sentir que has suspendido un examen cada vez que tu glucosa se mueve.

¿Cómo cultivar la paciencia en un proceso tan largo y fluctuante como el control de la diabetes?

Lo primero es aceptar que la perfección no existe. La diabetes, como la vida, está hecha de altibajos: habrá días en los que todo encaje y otros en los que la glucosa decida ir por libre, sin importar lo bien que lo hayas hecho. Pretender tenerlo siempre bajo control es una receta para la frustración.

La paciencia se entrena entendiendo que esto es un maratón, no un sprint. No se trata de hacerlo perfecto un día, sino de sostenerlo en el tiempo. Yo siempre digo: mejor un 80% sostenible que un 100% imposible. Esa es la verdadera estrategia de largo plazo.

Y también ayuda cambiar la mirada: dejar de fijarnos solo en los grandes resultados y empezar a celebrar lo pequeño. Un día en rango, una comida disfrutada sin miedo ni culpa, una noche de descanso… Esos son logros reales, que suman y nos recuerdan que estamos avanzando.

Al final, cultivar la paciencia es aprender a convivir con la incertidumbre sin dejar que nos robe la vida. La diabetes está ahí, sí, pero nosotros también. Y tenemos derecho a vivir con calma, incluso en medio de las fluctuaciones.

Cuando educas en mindfulness a gente con y sin diabetes, ¿cuál es la mayor diferencia que percibes?

La diferencia es enorme. En una persona sin diabetes, el mindfulness suele ser una herramienta para reducir el estrés de fuera: el trabajo, la familia, los exámenes, las prisas del día a día… Y normalmente, cuando esa situación externa se soluciona o se aprende a manejar, el estrés baja y se pasa a otra cosa.

En cambio, en la diabetes el foco de estrés nunca desaparece, porque forma parte de tu vida las 24 horas. No es un examen que termina o una reunión que se cierra: es un órgano que dejó de funcionar y cuyas funciones tienes que asumir tú, a diario, para siempre. Y eso implica un nivel de cansancio y presión que muchas veces la gente de fuera no alcanza a imaginar.

Además, hablamos de una enfermedad invisible: si tú no dices que tienes diabetes, nadie lo sabe. Salvo ahora, que los sensores nos hacen un poco más “visibles”. Pero imagina estar en el trabajo, que te dé una hipoglucemia, tener que dejar lo que estabas haciendo a medias, explicar a tu jefa por qué te pasa eso y, a la vez, manejar la situación física y emocional de una bajada de glucosa. Ese estrés no se esfuma con una tarde libre o con que pase la tormenta, porque la tormenta eres tú aprendiendo a gestionar algo crónico.

Por eso en la diabetes el mindfulness no es un lujo: es casi un salvavidas. Te ayuda a no vivir en esa “curva infinita” de subidas y bajadas, a ir adaptando la mente y el cuerpo para que no se lo lleve por delante el cansancio, la frustración o la culpa. Porque a la diabetes se le suman otras cosas, otras mochilas de la vida, y si no aprendemos a gestionar, el peso se vuelve insoportable.

Al final, la gran diferencia es que mientras otros practican para sentirse mejor en momentos puntuales, en diabetes practicamos porque nuestra salud, nuestra estabilidad emocional y nuestra vida cotidiana dependen de ello.

¿Qué es Making Diabetes Easier?

Making Diabetes Easier es la marca común de toda la actividad de Diabetes del grupo Air Liquide Healthcare en Europa. Novalab es la marca que engloba la actividad de diabetes en España con la que queremos ayudar haciendo la diabetes más fácil.

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