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¿Es correcto?
Existen diversas soluciones para la prevención y el tratamiento de la diabetes de tipo 2. El tratamiento inicial consta de la aplicación de una dieta saludable combinada con actividad física regular. Si los cambios en el estilo de vida no dan el resultado deseado, se puede proponer el tratamiento con antidiabéticos e inyecciones de insulina
El sobrepeso y la obesidad son los principales factores de riesgo de la diabetes de tipo 2. Por lo general, son el resultado de una mala alimentación y una prolongada inactividad física. Por este motivo, el tratamiento de la diabetes de tipo 2 suele empezar con la introducción de mejoras en el estilo de vida del paciente.
Para ello, el médico recomendará una dieta adaptada combinada con un programa de actividad física regular. La finalidad de estos cambios en el estilo de vida es perder peso y controlar la glucemia del paciente.
Los objetivos de adelgazamiento son específicos de cada persona y dependen de su edad y estado de salud.
Para tratar de forma adecuada la diabetes de tipo 2, la dieta del paciente debe mejorarse en cuanto se obtenga un diagnóstico positivo: el objetivo global es adaptar la ingesta de alimentos a las necesidades particulares de cada persona, especialmente a su gasto energético.
Para prevenir y tratar la diabetes de tipo 2, es esencial reducir la ingesta total de carbohidratos (azúcar) y aumentar el consumo de fibra. Aparte de la cantidad, es preciso prestar una atención especial a la calidad y las fuentes de los carbohidratos. Se recomienda la ingesta de frutas y verduras, además de alimentos integrales.
Los pacientes también deben reducir la ingesta de proteínas animales, almidón (patatas, arroz, maíz...), y alimentos grasos; y reducir, o incluso eliminar por completo, los productos transformados industrialmente que contienen azúcares simples como la glucosa y la fructosa (golosinas, refrescos, platos preparados).
Se puede empezar con dietas de estilo mediterráneo o vegetariano que se consideran saludables y están, por tanto, muy recomendadas para la prevención y el tratamiento de la diabetes de tipo 2.
La actividad física regular es un factor esencial para tratar eficazmente la diabetes de tipo 2 y reduce alrededor de un 30 % el riesgo de desarrollar la enfermedad.
La actividad física puede traducirse en forma de deporte, pero existen muchas otras formas de ejercicio. Basta con levantarse y andar un poco en lugar de permanecer sentado durante largos períodos. El movimiento y el ejercicio diario no solo sirven para quemar calorías, sino que también tienen un efecto positivo en la sensibilidad a la insulina y la glucemia.
Para notar los beneficios de la actividad física en la diabetes de tipo 2, se recomienda practicar ejercicio como mínimo 30 minutos al día.
Si la diabetes de tipo 2 es muy grave o si el cambio a un estilo de vida saludable no es suficiente para reducir significativamente los niveles de glucosa en sangre, se puede recomendar un tratamiento con antidiabéticos orales. La metformina se recomienda como medicamento de primera línea para el tratamiento de la diabetes de tipo 2, pero existen muchas alternativas en caso de presentarse efectos secundarios o falta de eficacia.
Junto con los cambios en el estilo de vida, la metformina es el medicamento de referencia para el tratamiento de la diabetes de tipo 2.
Los principales beneficios de este antidiabético son que actúa sobre la resistencia a la insulina, no provoca hipoglucemia y reduce las complicaciones vasculares que acarrea la diabetes.
La metformina también promueve la pérdida de peso, por lo que está especialmente recomendada para pacientes con sobrepeso y obesidad.
La metformina puede ser mal tolerada y ocasionar algunos efectos secundarios indeseados, siendo los más frecuentes los trastornos gastrointestinales. Por tanto, el tratamiento debe empezar con dosis relativamente bajas.
La metformina está contraindicada en casos de insuficiencia renal (tasa de filtración inferior a 60 ml/min.) y hepatopatía grave.
La insulinoterapia se puede proponer como tratamiento para la diabetes de tipo 2 con objeto de reducir el riesgo de sufrir complicaciones vasculares y controlar mejor la glucosa en sangre.
Las dosis de insulina que deben inyectarse se calculan para cada persona. Debe ayudar a regular los niveles de glucosa en sangre, además de prevenir la hipoglucemia y evitar el aumento de peso, que es una de las consecuencias de las dosis demasiado altas.
El cribado para detectar la diabetes de tipo 2 es esencial para la prevención de complicaciones y debe realizarse aunque no se observen síntomas. Un sencillo análisis de sangre que mida parámetros concretos puede ofrecer un diagnóstico fiable de diabetes de tipo 2.
Los médicos diagnostican con mucha frecuencia diabetes de tipo 2 a pacientes que no tienen ni idea de padecerla. La enfermedad afecta a un gran porcentaje de adultos, especialmente en la edad avanzada, por lo que se recomienda hacerse análisis cada tres años a partir de los 45.
Algunas personas sufren mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Si le afectan como mínimo dos de los siguientes factores de riesgo, debe solicitar un cribado anual, con independencia de su edad:
El diagnóstico precoz de la diabetes de tipo 2 permite limitar el impacto de la hiperglucemia en el organismo realizando los ajustes necesarios en el estilo de vida o mediante tratamiento farmacológico, o ambos.
La diabetes de tipo 2 se diagnostica con un sencillo análisis de sangre. El análisis suele realizarse en ayunas, preferiblemente por medio de una muestra de sangre.
En caso de que el resultado en el primer análisis sea positivo, se recoge una segunda muestra en el plazo de 14 días para confirmar o refutar el diagnóstico inicial.
Un análisis de glucemia en ayunas conlleva la recogida de una muestra de sangre después de que el paciente haya ayunado como mínimo 12 horas. El objetivo es comprobar si los niveles de glucosa en sangre son elevados sin haber comido, y detectar así la posible diabetes de tipo 2. Si dos determinaciones realizadas con unos días de separación son iguales o superiores a 125 mg/dL, se confirma el diagnóstico positivo de diabetes.
Como su nombre indica, el análisis de glucosa en sangre aleatorio es una muestra de sangre extraída a cualquier hora del día. Permite la determinación del nivel de azúcar en la sangre sin tener en cuenta la hora a la que el paciente comió o bebió por última vez. Los niveles de glucosa superiores a 200 mg/dL indican diabetes.
El análisis de HbA1c (hemoglobina glicada) se utiliza para determinar los niveles de glucosa en sangre del paciente durante los dos o tres meses anteriores. Permite la identificación de hiperglucemia crónica y, en los casos confirmados, determinar si la diabetes está mejorando o empeorando.
La concentración de hemoglobina glicada se considera demasiado alta si está por encima del 5,7%, y si es superior al 6,5% se confirma la diabetes.
El análisis de HbA1c no se considera la mejor forma de diagnosticar la diabetes de tipo 2, ya que las lecturas pueden verse afectadas por diversos factores. Por ejemplo, la anemia, el embarazo, la insuficiencia renal o el consumo de determinados tipos de medicamentos pueden reducir o elevar la concentración de HbA1c. Para confirmar el diagnóstico de diabetes de tipo 2 se requieren análisis de sangre adicionales.
La prueba oral de tolerancia a la glucosa mide el nivel de azúcar en la sangre durante un período de varias horas. Se realiza por la mañana, después de un ayuno de 8-12 horas. Justo antes de tomar la primera muestra, se ingieren 75 g de glucosa. Dos horas más tarde se toma una segunda muestra y si en esta se detecta un nivel de azúcar en sangre superior a 200 mg/dL se diagnostica una presunta diabetes.
El diagnóstico de la diabetes de tipo 2 también puede conllevar la determinación de los niveles del péptido-C, que ayuda a determinar la cantidad de insulina que está produciendo el páncreas y permite, por tanto, comprobar lo avanzada que está la enfermedad. El nivel de péptido-C suele ser superior tras la aparición de la diabetes de tipo 2, y va disminuyendo según esta progresa.
La aparición de diabetes de tipo 2 se caracteriza por la ausencia de síntomas. La enfermedad progresa lentamente, a veces durante años, sin que aparezca ningún signo de advertencia.
Algunos factores de riesgo favorecen su desarrollo. El más importante de ellos, si excluimos los efectos de la edad, son la falta de ejercicio aparejada a una dieta poco saludable.
Ambos factores contribuyen a una predisposición al sobrepeso o la obesidad, que pueden a su vez provocar el desarrollo de un trastorno metabólico denominado resistencia a la insulina, con el consiguiente aumento de los riesgos de padecer diabetes de tipo 2.
Como medida preventiva, se recomienda un cribado anual desde los 40 años, o antes en caso de predisposición, aunque no se hayan observado síntomas de diabetes de tipo 2.
Los síntomas principales de la diabetes de tipo 2 son los característicos de la hiperglucemia:
La progresión a diabetes de tipo 2 puede retrasarse, siempre y cuando el diagnóstico se realice antes del desarrollo de los primeros síntomas de diabetes y la glucemia no sea demasiado elevada. De hecho, un diagnóstico temprano permite alejarse de un estilo de vida poco saludable, especialmente una dieta mala y falta de ejercicio, ambos factores de riesgo críticos en el desarrollo de la diabetes de tipo 2.
Se recomienda un cribado para todas las personas en riesgo (antecedentes familiares de diabetes, sobrepeso, etc.) a partir de los 40 años.
Antes de su aparición, la diabetes de tipo 2 progresa lentamente durante varios años sin mostrar ningún síntoma.
La fase asintomática, denominada prediabetes, se caracteriza por un aumento de la resistencia a la insulina y un aumento de los niveles de azúcar en sangre en ayunas. El páncreas está sobrecargado, se cansa y no puede seguir produciendo la cantidad de insulina necesaria para mantener niveles de azúcar en sangre estables.
Sí. Hablamos de prediabetes cuando el nivel de glucosa en sangre en ayunas se sitúa entre 100 y 125 mg/dL de sangre, cuando la concentración de HbA1c se sitúa entre el 5,7% y el 6,4%, o cuando el nivel de glucosa en sangre se sitúa entre 140 y 200 mg/dL en una prueba oral de tolerancia a la glucosa. Si los niveles son superiores, se considera que existe diabetes de tipo 2.
Debido a la ausencia de síntomas visibles, la prediabetes suele diagnosticarse por accidente durante un análisis de sangre realizado por otras causas.
Para determinar correctamente la presencia de diabetes de tipo 2 antes de que esta alcance una etapa avanzada y sea, por tanto, peligrosa, se recomienda realizar análisis de sangre periódicos que permitan a su médico detectar niveles de azúcar en sangre anormales y realizar exploraciones adicionales.
La diabetes de tipo 2, también conocida como diabetes no insulinodependiente, es la forma más frecuente de diabetes mellitus y representa el 90% - 95% de las personas con diabetes.
Este trastorno metabólico está caracterizado por la disminución de los efectos de la insulina en las células, lo que llamamos la resistencia a la insulina, y por un déficit en la producción de insulina por parte del páncreas. Puesto que la insulina es responsable de regular los niveles de glucosa en sangre, esto da lugar a hiperglucemia debido a la elevación de dichos niveles. Estas anomalías suelen presentarse con mayor frecuencia en personas con antecedentes familiares de diabetes de tipo 2 y un estilo de vida poco saludable, normalmente con problemas de sobrepeso u obesidad.
Antes de su aparición, la diabetes de tipo 2 se desarrolla en silencio durante largo tiempo, sin síntomas apreciables. Por esta razón, no es raro que los pacientes descubran que tienen diabetes durante una consulta médica concertada inicialmente por otros motivos.
Por tanto, incluso las personas que no experimentan síntomas de diabetes de tipo 2 pueden padecer la enfermedad.
La diabetes también puede manifestarse a través de síntomas típicos de hiperglucemia, como:
La diabetes de tipo 2 se define por un exceso de azúcar en la sangre, que tiene lugar cuando las células se vuelven insensibles a la insulina, y suele observarse en casos de exceso de peso y obesidad. Esto se llama resistencia a la insulina.
El exceso de azúcar en la sangre obliga a las células del páncreas, especializadas en la secreción de insulina, a sobreproducir insulina en un intento por estabilizar la glucemia.
La diabetes de tipo 2 se diagnostica cuando el páncreas ya no puede segregar insulina suficiente para compensar la resistencia a la insulina.
Diversos factores ambientales y genéticos incrementan el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.
También se han identificado otros factores ligados al estilo de vida:
La adopción de un estilo de vida saludable es la medida más importante para tratar la diabetes de tipo 2, así como la mejor forma de retrasar o incluso prevenir su aparición. Una dieta equilibrada y actividad física habitual ayudan a regular los niveles de glucosa en sangre y, en casos de sobrepeso u obesidad, estimularán la pérdida de peso.
A veces, no es suficiente con llevar una vida saludable. En estos casos, es necesario un tratamiento farmacológico con antidiabéticos orales. Si es necesario, también se pueden recetar suplementos de insulina como tratamiento para la diabetes de tipo 2, en caso de que el tratamiento con antidiabéticos orales fracase o tenga poca eficacia.
En casos de obesidad, podrían recomendarse procedimientos de cirugía bariátrica para reducir el sobrepeso y tratar la diabetes de tipo 2.
¿Cuáles son los tratamientos para la diabetes tipo 1?
La diabetes de tipo 1 es una enfermedad autoinmunitaria en la que el sistema inmunitario ataca a las células beta secretoras de insulina.1,2
Dado que el organismo no produce suficiente insulina en las personas con diabetes de tipo 1, es necesario administrar insulina a diario para regular los niveles de glucosa en sangre y evitar cualquier complicación que pueda surgir si no se controla la enfermedad.2
La administración de insulina también requiere un control riguroso de los niveles de glucosa en sangre y la adecuación de la dosis de insulina a la ingesta de carbohidratos.2,3
Los hábitos de vida, como hacer ejercicio con regularidad y mantener un peso saludable, también son esenciales para controlar la diabetes.2
Sigue leyendo para conocer los tratamientos para la diabetes de tipo 1 disponibles en la actualidad y las terapias potencialmente revolucionarias que podrían estar disponibles en un futuro.
El tratamiento con insulina es el principal tratamiento de la diabetes de tipo 1.2 A continuación, se presentan algunas de las principales opciones de administración de insulina disponibles para el tratamiento de esta enfermedad.
Las bombas de insulina son dispositivos que administran una dosis lenta y continua de insulina a lo largo del día (denominada «insulina basal»), así como dosis adicionales para cubrir las comidas o controlar la hiperglucemia (denominadas «bolos de insulina»).4
La bomba de insulina es un dispositivo electrónico conectado a un equipo de infusión que administra insulina bajo la piel.4 Puedes programarla para que administre insulina en momentos específicos del día o para que coincida con determinadas actividades o situaciones (como al hacer ejercicio).4
Las bombas de insulina se consideran un tratamiento seguro y eficaz para las personas con diabetes de tipo 1 de todas las edades.4 Mejoran su calidad de vida, aumentan el tiempo dentro del intervalo y ayudan a prevenir la hipoglucemia.4
Las plumas de insulina constan de un cartucho de insulina y una aguja muy fina de un solo uso.4 Las plumas de insulina te permiten inyectarte insulina con tan solo pulsar un botón.4
Existen varios tipos de plumas de insulina:4
Las plumas de insulina son fáciles de usar, cómodas y una opción popular entre las personas que deben administrarse varias inyecciones diarias.4
A pesar de su nombre, un páncreas artificial no es un órgano artificial , sino un sistema que administra insulina automáticamente.3 A veces, también se denomina «sistema automatizado de administración de insulina» o «sistema de administración de insulina de circuito cerrado».3
Estas tecnologías se denominan «páncreas artificiales» porque imitan la función de un páncreas natural. Incluyen lo siguiente:3
En comparación con las bombas de insulina habituales, un páncreas artificial puede mantener mejor unos niveles de glucosa en sangre casi normales.3
Un estudio ha demostrado que el uso de un páncreas artificial permite pasar más tiempo dentro del intervalo y controlar mejor la glucosa en sangre, sin que aumente el riesgo de hipoglucemia.3
Nuevas perspectivas terapéuticas: el futuro del tratamiento para la diabetes tipo 1
A pesar de los avances mencionados en las tecnologías de control de la diabetes, un gran número de personas con diabetes de tipo 1 siguen teniendo dificultades para mantener su nivel de glucosa en sangre dentro de los límites.1
La diabetes de tipo 1 sigue siendo una enfermedad que requiere cuidados constantes y su tratamiento adecuado depende de una terapia diaria con insulina.1 Puede resultar costoso y repercutir negativamente en el bienestar físico y psicológico de la persona.1
Por ello, se siguen buscando terapias innovadoras y una cura para la diabetes que elimine la necesidad de administrarse insulina cada día.1,3
asas
Una de las innovaciones que han aparecido en el tratamiento de la diabetes de tipo 1 es la terapia de sustitución de células beta, que consiste en trasplantar el páncreas entero o solo el islote pancreático.1
Ambas formas de trasplante permitirían prescindir del tratamiento con insulina, lo que mejoraría enormemente la calidad de vida y ayudaría a reducir las complicaciones de la diabetes.1
Sin embargo, ambas intervenciones requieren medicación inmunodepresora de por vida para impedir que el organismo rechace el trasplante.1 Otro inconveniente es la limitada disponibilidad de donantes.1
Para evitar la necesidad de usar tejido donado, los investigadores han recurrido a las células madre (células inmaduras con capacidad para convertirse en muchos tipos de células diferentes o renovarse a sí mismas) a fin de crear células beta productoras de insulina.1,3
Los científicos han experimentado con diferentes tipos de células madre y métodos de administración que protegerían las células madre del ataque autoinmunitario del organismo.1,3
Por ejemplo, mediante una técnica llamada encapsulación, las células madre se cubren con una cápsula física protectora.1,3 Esta técnica puede eliminar la necesidad de utilizar fármacos inmunodepresores, aunque aún se encuentra en fases iniciales de investigación y se requieren más estudios.1,3
La comunidad científica también está estudiando el desarrollo de un comprimido basado en la insulina, que podría tomarse por vía oral, con lo que se eliminaría la necesidad de administrar inyecciones de insulina.5
No obstante, hasta ahora, el problema de este tratamiento ha sido que los comprimidos se disuelven al entrar en contacto con el ácido del estómago.5
Recientemente, sin embargo, investigadores internacionales han conseguido utilizar nanotecnología para administrar comprimidos de insulina de forma segura y protegerlos de los ácidos estomacales uniendo la insulina a minúsculos nanotransportadores.5,6 Los científicos obtuvieron resultados prometedores en modelos animales y se están realizando ensayos clínicos en humanos.6
A medida que los científicos conocen mejor el papel del sistema inmunitario en la diabetes de tipo 1, exploran posibles vacunas contra la diabetes que impidan la destrucción de las células beta productoras de insulina.1
Por ejemplo, mediante ingeniería genética, algunas vacunas experimentales han conseguido la ayuda de un tipo de células inmunitarias denominadas «linfocitos T» para ayudar a las células beta a seguir segregando insulina como se espera.2
Otro tipo de inmunoterapia ha conseguido aumentar el número de linfocitos T reguladores (un tipo de glóbulo blanco que regula la respuesta del sistema inmunitario), suprimiendo así el ataque autoinmunitario y evitando la destrucción de las células beta.2
Para obtener más información sobre la inmunoterapia para la diabetes de tipo 1 y la búsqueda de una vacuna contra la diabetes, lee nuestro artículo específico, «¿Existe cura para la diabetes de tipo 1?».
Desde el descubrimiento de la insulina hace más de cien años, los investigadores han realizado importantes avances en el tratamiento de la diabetes de tipo 1. 1
Se han logrado grandes avances tecnológicos en el control de la glucemia, las bombas de insulina, los trasplantes y la inmunoterapia.1 Sin embargo, todavía se está buscando un tratamiento que retrase la diabetes de tipo 1 o la prevenga por completo.1
La diabetes de tipo 1, también denominada diabetes insulinodependiente, suele diagnosticarse durante la infancia y la adolescencia.
Afortunadamente, si la diabetes de tipo 1 se controla bien, una persona puede disfrutar de una vida saludable, siguiendo el tratamiento y manteniendo un control adecuado de los niveles de glucosa en sangre.
Es importante conocer y reconocer los signos específicos de la diabetes insulinodependiente lo antes posible. Si los síntomas aparecen, es muy importante consultar a un médico y realizar pruebas de detección para obtener un diagnóstico.
¿Tú o alguno de tus hijos tenéis los siguientes síntomas: apetito excesivo, micción frecuente o sed extrema?
Durante una consulta, tu médico de cabecera te prescribirá un análisis de sangre. La muestra de sangre, cuyo objeto es medir tu glucemia (niveles de glucosa en sangre), se puede tomar a cualquier hora del día, sin necesidad de ayuno.
Puede que no tengas ningún síntoma relacionado con la diabetes de tipo 1, pero que tus niveles de glucosa en sangre sean anormalmente altos en el primer análisis. Para lograr un diagnóstico fiable será necesario medir mejor la glucemia.
Si la muestra se toma con el estómago vacío, y se dan los síntomas descritos anteriormente, la diabetes se diagnostica con un nivel de glucosa en sangre de 125 mg/dL. Si la muestra se toma sin haber ayunado, un valor superior a 200 mg/dL se considera un diagnóstico positivo de diabetes.
Otra prueba que también se utiliza para detectar la diabetes de tipo 1 es la concentración de hemoglobina glicada (HbA1c). Para realizar un diagnóstico positivo, esta debe ser superior al 6,5% (48 mmol/mol).
Las pruebas de detección son sencillas y ampliamente disponibles. Deben realizarse si tu médico lo considera necesario, especialmente si tú o tu hijo tenéis síntomas de diabetes de tipo 1.
En caso de recibir un diagnóstico positivo de diabetes de tipo 1, estos análisis pueden utilizarse después como base para definir el tratamiento adecuado y prevenir así complicaciones para la salud.
La diabetes de tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que el organismo no produce suficiente insulina, una hormona que ayuda a mantener bajo control los niveles de glucosa en la sangre.1,2
Esta guía abarca los síntomas y las causas de la diabetes de tipo 1 en adultos y niños y explica cuándo buscar atención médica.
A menudo, la diabetes de tipo 1 puede pasar desapercibida y, durante un tiempo, es posible que no se presente ningún síntoma.1
Sin embargo, cuando los síntomas aparecen, pueden hacerlo de repente y progresar con bastante rapidez.3 Es importante que acudas a un profesional sanitario en cuanto empieces a experimentar síntomas.3 Cuanto antes aprendas a controlar tu diabetes de tipo 1, mejores serán tu pronóstico y tus posibilidades de prevenir complicaciones.4
A continuación te explicamos los síntomas más comunes de la diabetes de tipo 1.3
La insulina es la encargada de convertir los carbohidratos que se obtienen de los alimentos en energía que las células utilizan para funcionar correctamente.2 Cuando no hay suficiente insulina en el organismo y las células no obtienen la energía que necesitan, el cerebro intenta compensarlo «diciéndote» que comas más.3
Debido a que la diabetes hace que tus células no puedan recibir y utilizar la energía correctamente, es posible que pierdas peso.3 El cuerpo necesita obtener la energía de otra fuente, por lo que en su lugar descompondrá la grasa, provocando la pérdida de peso.3 También es posible pierdas calorías con la orina con más frecuencia de lo habitual.5
Cuando los niveles de glucosa en sangre son demasiado elevados, esta acaba en la orina, atrayendo el agua y aumentando el volumen de orina que se produce.3,5 Esto provoca micciones frecuentes, tanto durante el día como por la noche.3,5
Al orinar a menudo se pierden muchos líquidos, lo que provoca mayor sed y deshidratación, también síntomas comunes de la diabetes de tipo 1.3,5 La deshidratación también puede provocar sequedad de boca y picor en la piel.3
La hiperglucemia (exceso de glucosa en la sangre) puede provocar visión borrosa u otros problemas de visión.1,3 Estos síntomas se producen porque la glucosa se acumula en el cristalino del ojo.3
Puedes sufrir fatiga como resultado de la incapacidad de las células para transformar los alimentos en energía.1,3,5 La fatiga extrema puede ser un signo de cetoacidosis diabética (CAD).3
Cuando las grasas se metabolizan (es decir, se descomponen y se utilizan como fuente de energía) en el organismo, generan unos subproductos denominados cetonas.5
Cuando hay suficiente insulina en el organismo y las cosas funcionan correctamente, no es necesario recurrir a la descomposición de las grasas para obtener energía.3,5 Pero, cuando no hay suficiente insulina, que desempeña también un papel clave en el metabolismo de las grasas, las cetonas se acumulan en la sangre hasta alcanzar niveles peligrosos.2,3,5 Esto provoca una afección denominada cetoacidosis diabética (CAD).3,5
La CAD es una enfermedad grave que requiere atención médica urgente.3 Si experimentas alguno de los siguientes síntomas de CAD, deberás buscar atención médica inmediatamente:3
La CAD también puede causar dolor de barriga, náuseas y vómitos, así como fatiga extrema o sensación de agotamiento.3
Los padres, el personal escolar y los profesionales sanitarios desempeñan un papel fundamental en el diagnóstico de la diabetes de tipo 1 en los niños.1 Sin embargo, la detección de la diabetes de tipo 1 en los niños a veces es complicada.1,6 Los primeros signos son sutiles y pueden apuntar inicialmente a otros problemas comunes en la infancia (por ejemplo, problemas de comportamiento en clase).1,6
Los síntomas a los que deberías prestar atención en tu hijo son muy similares a los de la diabetes en adultos y pueden incluir:6
Con menor frecuencia, los síntomas pueden incluir:6
Si observas alguno de estos síntomas en tu hijo, es importante que acudas a un profesional sanitario lo antes posible.7
Los signos y síntomas de la CAD que requieren atención médica urgente son:3,6
La diabetes de tipo 1 es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmune del organismo ataca por error sus propias células.1
En el caso de la diabetes, el sistema inmune ataca las células responsables de crear insulina en el páncreas (denominadas células beta).1 Esto hace que el organismo deje de disponer de insulina suficiente para funcionar correctamente.1
No está del todo claro qué causa la diabetes de tipo 1, pero podría estar involucrada una combinación de los siguientes factores:1,6
La diabetes de tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que el organismo no produce suficiente insulina.1 Aunque los investigadores no saben muy bien qué causa la diabetes de tipo 1, es probable que se deba a una combinación de genética y factores ambientales.1
Entre los síntomas más comunes se encuentran la sensación de sed y hambre, orinar con más frecuencia, perder peso, no ver con claridad y fatiga.1 Otros signos y síntomas, como dificultad para respirar, vómitos, dolor de barriga o aliento con olor a fruta, pueden indicar una urgencia médica.3
Recibir atención médica y un diagnóstico lo antes posible mejora en gran medida las perspectivas de las personas con diabetes de tipo 1 y reduce el riesgo de complicaciones.4